
Comenzar a ingerir alimentos sólidos es un momento clave para los niños. No solo porque empiezan a variar en su dieta y dan un paso más en su crecimiento, sino porque puede favorecer una mejor respuesta a una alergia alimentaria futura. “Cada vez hay más evidencia que la introducción temprana de los alimentos sólidos en niños puede, posteriormente, favorecer disminución en la aparición de una alergia”, reconoce la Dra. Mª José Goikoetxea, especialista del Departamento de Alergología de la Clínica Universidad de Navarra.
Precisamente, el momento de la introducción de los alimentos es uno de los factores causantes de esta reacción junto a la genética y la frecuencia de consumo. Quienes padecen alergia van a sufrir una respuesta exagerada frente a ese alimento como puede ser la leche, la fruta, el huevo o los frutos secos. Y, para evitarlo, la principal medida es evitar su consumo tanto directo, como en trazas o productos que hayan podido entrar en contacto con ellos.
Una dieta ‘libre de’ que cada vez está más presente y no solo por personas alérgicas, ya que cada vez es más frecuente encontrar productos sin gluten o lactosa, por ejemplo. “Estamos condicionados a que todo lo que nos pasa es debido a la alimentación que tenemos, pero existe un desconocimiento acerca de qué es una intolerancia y qué una alergia”.
De forma general, “se habla de reacciones adversas a alimentos a cualquier reacción anómala producida por la ingestión de un alimento”.
¿Qué es una alergia alimentaria?
En España, se estima que cerca de dos millones de personas son alérgicas a algún alimento y, como se ha mencionado, son pacientes que tienen una reacción frente ellos. En este caso, es el sistema inmunológico quien desencadena el rechazo. Para ello, desarrolla anticuerpos que, al reconocer al antígeno o alimento en cuestión, pone en marcha una serie de reacciones como picores, ronchas, dificultad para respirar, edema facial, etc.
“Las defensas del cuerpo ven como extraño algo que deben tolerar y, como tal, toda la defensa que está diseñada para combatir un germen se pone activa”, aclara la Dra. De forma general, estos síntomas se producen de forma inmediata o tras las dos primeras horas de la ingesta o contacto con el alimento.
¿Y una intolerancia?
Frente a la reacción del sistema inmunológico y los síntomas generalizados de la alergia, la intolerancia afecta al metabolismo de los alimentos ya sea por una alteración en el funcionamiento o por déficit de una enzima digestiva. Una respuesta que debe confirmar un especialista, ya que no siempre una mala digestión es sinónimo de intolerancia. “Comemos todos los días y es fácil ligar algo que me pasa con un alimento como causante de ese malestar. Pero muchas veces hay que analizar ese ‘qué me pasa’ independientemente de la alimentación”, aclara.
Los síntomas de las intolerancias son síntomas digestivos como gases, dolor abdominal o diarrea. “Una intolerancia clara puedes ser a la lactosa. Hay una enzima encargada de destruir el azúcar de la leche, pero si me falla y tomo leche, ese azúcar va a llegar al tubo digestivo. En el intestino tenemos unas bacterias que utilizan ese azúcar para alimentarse y, al hacerlo, lo que hacen es fermentar, es decir, echar gas. Si soy intolerante y tomo mucha leche, voy a tener exceso de azúcar y se me va a hinchar la tripa debido a ese gas y un exceso de líquido que puede desencadenar una diarrea”, ejemplifica.