
Ana Paula tenía 3 años cuando su madre, Andrea, le vio un pequeño bulto en la zona urogenital. Rápidamente, acudieron al especialista en Ecuador, donde residían, que procedió a la extirpación. Tras analizarlo, les comunicaron que se trataba de un pólipo benigno.
Toda la familia respiró aliviada hasta que cinco meses después, cuando Ana Paula comenzó el colegio, el pequeño bulto volvió a aparecer justo en el mismo lugar. Esta vez el diagnóstico reveló que se trataba de cáncer, sarcoma ginecológico. “Tenía dos opciones: o seguir llorando o seguir adelante luchando por ella”, recuerda Andrea, su madre.
La niña comenzó con quimioterapia en Ecuador, pero necesitaba también braquiterapia, un procedimiento que en su país no se aplica a niños. “Se trataba de una situación complicada porque había que aplicarle a la niña radioterapia en una zona muy delicada. Su tumor estaba localizado en la zona de la uretra hacia la vagina y la radiación podía estropear los órganos. Por eso la mejor alternativa era la braquiterapia, ya que es un método más preciso y directo hacia el tumor para no dañar las zonas próximas”, explica la madre de Ana Paula.
Por este motivo, viajaron a Madrid en busca del mejor lugar para realizarla. “Nos recomendaron la Clínica Universidad de Navarra porque el doctor Rafael Martínez Monge, director de Oncología Radioterápica, y su equipo, son una referencia internacional”.
“Nunca le conté mentiras sobre el tratamiento, ni sobre lo que le iba a ocurrir. Siempre le dije que con la quimioterapia se le iba a caer su pelito. Solo le adornamos un poco las sesiones de quimioterapia”, añade. Así, Diego, su padre, supo hacerle comprender y le ayudó a desdramatizar la enfermedad y el tratamiento, adaptándolo a su lenguaje de niña: la quimioterapia eran súper poderes, el corte de pelo que él mismo le hizo fue para ponerle fashion e incluso llegó a colocarse un suero con vitaminas junto a ella para convencerle que así obtenían poderes.
Y, por fortuna, tras el tratamiento, el bultito de la pequeña, que ahora ya tiene 5 años, ha desaparecido. Su madre no puede contener las lágrimas: “Hasta el día de hoy no nos creemos que todo esto sea realidad”, esboza.
Ayuda del proyecto Niños contra el Cáncer
A su llegada a la Clínica Universidad de Navarra, la familia recibió la ayuda de “Niños contra el cáncer”, un proyecto del centro médico que nació en 1982 con dos objetivos: ayudar a niños con cáncer sin recursos y promover la investigación de esta enfermedad.
“Hay que tocar puertas porque siempre hay alguien que te las abre. Niños contra el cáncer nos ayudó en todo momento y gracias a ellos, mi nieta está operada” reconoce Mercedes, abuela de Ana Paula.
El proceso no ha sido fácil para ninguna de ellas, sobre todo para la propia niña, pero, tal y como cuenta su madre, “es una niña muy valiente, no puedo pedir más, con 4 años ha dado mucho de ella. Estoy muy orgullosa”.