
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que provoca eccemas (áreas enrojecidas que causan picor e inflamación). No tiene una causa concreta, sino que son varios los agentes desencadenantes que no siempre actúan del mismo modo. Ni siquiera es necesario la interacción de todos ellos para que evolucione la enfermedad. “Algunos agentes son propios del individuo y están condicionados por la carga genética. Otros son factores de hábito o ambientales, entre los que alérgenos juegan un papel importante, sobre todo, porque pueden producir brotes”, detalla la Dra. Carmen D’Amelio Garófalo, especialista de la Clínica Universidad de Navarra.
Una incógnita amplía los pasos a seguir en su prevención. La predisposición genética no se puede controlar y, como consecuencia, tampoco evitar. Sin embargo, los factores ambientales, ya sean alérgenos o irritantes, sí son controlables. “Es conveniente hacer un estudio alergológico a tiempo para controlar y tener las pautas adecuadas para prevenir otras enfermedades alérgicas”, recomienda.
Son los pequeños los más afectado por esta dolencia. Más del 60% de los casos aparecen en los tres primeros años de vida y tienden a ir disminuyendo sus brotes con la edad. Aunque puede continuar hasta la adultez. Los lactantes la sufren en la cara, extremidades y dorso de los pies, mientras que en los adultos la padecen más en las zonas traseras de las rodillas, la parte interna de los codos y el cuello.
¿Cómo prevenirlo?
Los especialistas recomiendan una serie de sencillas pautas que facilitan la reducción del picor y el rascado y, como consecuencia, disminuyan los brotes.
- Una buena hidratación: preferiblemente usando sustancias libres de perfumes (geles sin detergente o específicos para pieles atópicas). “En la medida que mantengamos la piel lo más hidratada posible será menos probable que haya afectación de esa piel y, por lo tanto, nuevos brotes”.
- Realizar baños cortos: una referencia en cuanto a su duración, ya que no afecta a su frecuencia. “Se pueden dar a diario controlando los tiempos”.
- Evitar temperaturas extremas: el frío y la sudoración empeoran el eccema y, por tanto, aumenta el rascado y el riesgo de infección. Pese a que el mar y el sol, con protección, tienen un efecto antiinflamatorio beneficioso.
- Utilizar una toalla sin frotar.
- Usar ropa preferiblemente de algodón.
Sin embargo, la diversidad de agentes desencadenantes lleva consigo la falta de un tratamiento único. Los corticoides tópicos, inmunomoduladores o los fármacos biológicos son algunos de los procedimientos que se llevan a cabo para paliar sus síntomas y tratar de evitar nuevos brotes. Unos procesos que están en continuo desarrollo y que llevan la dermatitis atópica a estudio. El último, el que se ha desarrollado en Estados Unidos: el ‘Dupilumab’.
“La Administración Americana de Alimentación y Medicamentos (U.S. Food and Drugs Administration) ha aprobado este nuevo medicamento, que esperamos tenerlo en España a finales de año, para tratar a adolescentes y adultos con dermatitis atópicas severas que no han podido ser tratados con métodos convencionales”, cuenta la especialista de la Clínica Universidad de Navarra. Se trata de un anticuerpo que se inyecta bajo la piel y que inhibe la respuesta inflamatoria. A las 16 semanas, la piel comienza a recuperarse.