
La hiperhidrosis, también conocida como hipersudoración, es el aumento del sudor en determinadas áreas del cuerpo provocado por una hiperactividad de las glándulas sudoríparas. Este sudor excesivo se produce al vivir situaciones que comportan tensión emocional o estrés (hablar en público, temor a ser observado, miedo a una situación o, incluso, al propio rubor), también lo provoca el calor o puede aparecer como efecto secundario de algún fármaco.
“El problema se produce cuando este sudor nos limita e incapacita laboral o socialmente (empapar la ropa o los utensilios del trabajo –desde una bandeja hasta un folio– e, incluso, gotear y mojar el suelo)”, indica la Dra. María Rodríguez, cirujana de la Clínica Universidad de Navarra.
Además de las limitaciones propias del exceso de sudor, existen otros síntomas como mal olor, maceración (ablandamiento y descomposición de la piel como resultado de la exposición prolongada a la humedad), sobreinfección cutánea por bacterias (en las plantas de los pies), dermatitis en las palmas de las manos y manos frías/cianóticas (coloración azul).
“Aunque afecta a un 3% de la población, muchas personas sienten vergüenza y lo intentan disimular ocultando los síntomas, pero existen tratamientos que disminuyen o, incluso, eliminan por completo este problema”, añade.
Dentro del abanico de tratamientos (farmacológicos, sistémicos o locales, como el botox…), la cirugía es el tratamiento definitivo. Se trata de una intervención mínimamente invasiva y ambulatoria. “La cirugía se realiza en una hora aproximadamente y no necesita hospitalización. Sus resultados son inmediatos y, en 48 horas aproximadamente, el paciente puede retomar las actividades habituales”, concluye la doctora.