
Cuando compramos una crema solar para protegernos de las radiaciones del sol, podemos observar en la etiqueta si está dirigido a niños o a adultos. Sin embargo, el factor de protección que se indica es el mismo en cualquiera de los dos casos. Lo cierto, según explica la Dra. María Huerta Brogeras, dermatóloga en la Clínica Universidad de Navarra, es que sí existe una explicación para esta diferenciación y tiene que ver con la composición de las mismas.
Las cremas indicadas para niños (generalmente más densa que otro tipo de cremas) contienen filtros minerales. También conocidos como protectores físicos, estas cremas permanecen en la superficie de la piel y reflejan las radiaciones ultravioletas, protegiendo la piel de la radiación. “Es como un escudo que desvía la radiación. Por eso, están especialmente dirigidas a los niños, que son más vulnerables a la radiación solar ya que su piel está menos preparada que la de los adultos para luchar contra la radiación ultravioleta”. Pero, además, están recomendadas para personas con la piel más sensible o con alguna afección dermatológica, como dermatitis atópica o melasma.
Por otro lado, las de adultos tienen una formulación diferente, conocida como química. La diferencia reside en la forma en que actúa con la piel: 20 minutos después de su aplicación, las sustancias químicas con las que están formulados se activan para absorber los rayos solares. Así, esta energía se convierte en calor ofreciendo foto protección para radiaciones UVA y UVB. A pesar de que los filtros químicos que contienen estos productos podrían taponar el poro o enrojecer la piel en ocasiones, el daño siempre será mucho menor que estar desprotegido ante el sol. Si preferimos evitar esos posibles efectos, lo ideal es mantener una limpieza profunda tras el uso de estas, o utilizar las cremas con filtros minerales.
Según indica la doctora: “Las cremas que hay en el mercado en principio están testadas. No obstante, aunque la aplicación tipo bruma y la crema de spray en general pueden resultar más cómodas, recomienda “reservarlas, si se prefieren, para las reaplicaciones cada dos horas, comenzando con una base de crema más densa. Sin embargo, la fotoprotección de este tipo de cremas es algo menos segura porque no llega la cantidad suficiente de producto a la piel”.
Conociendo estas diferencias, es importante mantener siempre una correcta protección ante la exposición solar (mínimo protección 30), utilizar gafas de sol, ropa adecuada y sombreros/gorras, evitar las horas centrales del día y acudir al dermatólogo regularmente.