
Toca el piano, baila, le gusta la música… “Es capaz de todo”, reconoce Andrew Solomon, padre de Laura, que nació con sordera de tipo severo en ambos oídos. A sus 8 años no conocen la causa de su hipoacusia, ni existía un factor de riesgo familiar que hiciera pensar a su familia que podría ocurrir. Un desconocimiento del origen que resalta la importancia de impulsar la investigación y el desarrollo de herramientas genómicas de diagnóstico.
“Realmente no fuimos conscientes de que no oía, porque en casa reaccionaba a ciertos estímulos ambientales o a ruidos”, explica María Marqués, madre de Laura. Esa respuesta se debía a que Laura era capaz de oír los tonos graves, pero conforme las frecuencias se volvían más agudas dejaba de escucharlas.
Un déficit auditivo que le llevó a la Clínica Universidad de Navarra para que el Dr. Manuel Manrique, director de Otorrinolaringología, le tratara. “Empezó a sonreír”, indica su padre al recordar el momento en el que a los 3 meses de edad le colocaron unos audífonos. Posteriormente, se le colocó un implante coclear con el que vivió una gran mejora en su día a día.
“El implante coclear dio ese salto a que Laura hiciera más cosas auditivamente hablando”, reconoce Andrew. “Semana a semana iba hablando mejor, iba hablando más y, ahí, fuimos viendo que estaba funcionando”, añade María.