Propósitos de año nuevo: claves para entender por qué unos fracasan y otros no

Propósitos de año nuevo: claves para entender por qué unos fracasan y otros no

El comienzo de año suele aprovecharse como un momento para establecer nuevos propósitos, ya que supone un cambio de ciclo que anima a deshacerse de lo perjudicial y adoptar lo bueno y saludable.

La motivación cumple un papel fundamental a la hora de determinar los propósitos y en su posterior éxito. Es el motor que mueve tanto a empezarlos como a concluirlos. Hay que recordar la importancia de apuntar a aquellas más profundas, las que más completan a la persona y que suponen realmente un buen motor de avance.

¿Por qué con frecuencia fracasan nuestros propósitos? Por varios motivos, pero resumiendo: porque no estamos apuntando a cambiar lo que debemos cambiar (no podemos cambiar todo), porque no es el momento, porque no ejecutamos bien el cambio.

A la hora de plantearnos cambios, es interesante fijarnos en el modo de cambiar: debemos ajustar las expectativas de cambio, disponernos bien para el cambio, tener un plan asequible, elegir el momento, e ilusionarnos. Tener unas expectativas adecuadas quiere decir no pretender cambiar lo que no podemos cambiar. Adquirir una buena disposición para el cambio es querer el cambio de verdad, desearlo, haciendo consciente lo que ganamos si lo conseguimos o lo que perdemos si seguimos igual. Tener un plan asequible es hacerlo con proporcionalidad, progresión, con pasos ambiciosos pero realistas, alcanzables. Elegir el momento es ser oportunos, saber leer las circunstancias de nuestra vida que van a ayudar o dificultar el cambio. Hacerlo con ilusión es disfrutar con los cambios, poniendo todo nuestro aparato emocional al servicio del crecimiento, de lo que queremos, de lo que nos aporta valor. Los cambios se sostienen cuando se convierten en hábitos que se hacen con agrado; no sin más porque debo hacerlo, sino porque me gusta hacerlo.

Podemos señalar algunas direcciones de cambio que parecen seguras: hacia el autocontrol, hacia la sencillez, hacia los demás, hacia la belleza:

  • Cambios hacia el autocontrol: deshacerse de adicciones y malos hábitos. Por ejemplo, adicciones a sustancias como el tabaco o adicciones digitales, es decir, obsesión por estar conectado a una pantalla mucho tiempo. A menudo son difíciles de identificar, ya que suelen estar integradas en un estilo de vida, pero es conveniente pararse a pensar para darse cuenta de si están haciendo daño a la persona.
  • Cambios hacia la sencillez: dejarnos de complicaciones y hacer la vida más sencilla. Por ejemplo, desprenderse de objetos y necesidades falsas. Al fin y al cabo, facilita el descanso físico y mental.
  • Cambios hacia los demás: dedicar tiempo a nuestros seres queridos y a las personas necesitadas. Es posible pensar que, a diferencia de los dos primeros puntos, en vez de buscar mejorar aspectos de la propia vida, se pretende mejorar la de los demás. Sin embargo, dedicar más tiempo a los seres queridos y procurar ayudar a las personas faltas de necesidades básicas, no solo mejora sus vidas, sino que facilita el crecimiento personal de uno mismo.
  • Cambios hacia la belleza: no renunciar a ser creativos en nuestra vida. Por ejemplo, buscar una actividad creativa como escribir, pintar, contemplar, etc. impulsa el bienestar de la persona. Querer crear alguna pieza de valor requiere prestar atención a los elementos artísticos, los que hacen que la persona se fije en aspectos más allá de lo cotidiano.


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